30/8/06

Las heroinas del cuidado



En África se hacen cargo de miles de huérfanos. Cada una de ellas atiende a veinticinco niños y niñas. Sin medios, sin dinero, con un cuerpo cansado de ver, sufrir y luchar contra tanta miseria e injusticia. Un cuerpo que ha llorado hasta lo indecible cada vez que ha perdido una hija, un hijo, una nieta...Un cuerpo que da y da hasta el exterminio, convencido de que alguien tiene que hacerlo y que no duda en ponerse a la tarea, a pesar de la dureza y las malas condiciones. Normal que a las abuelas del SIDA las definan las Heroínas. Gracias a ellas hay esperanza, hay vida, hay posibilidades de cambio, hay dignidad.
Aquí, NUESTRAS heroínas, han trabajado cuidando y cuidando sin parar, haciendo de colchón afectivo, para todos y todas. A nuestras heroínas de hoy en día se les sigue haciendo merecedoras del cuidado gratuito, cada vez que faltan plazas para los y las peques en las escuelas infantiles, o cuando hay que salir, o ahorrar para comprar el piso... Siguen siendo fundamentalmente ellas, las que hacen este trabajo, ahorrando dinero a cada familia en concreto y al estado en su conjunto.
¿Que pasaría si todas se pusieran de acuerdo e hicieran huelga indefinida, dejando de cuidar a peques y a personas un poco más mayores o iguales que ellas en edad?: Que el mundo casi se pararía y sobre todo que nuestros gobiernos deberían de dedicar mucho pero que mucho más dinero a cubrir los servicios sociales y de conciliación necesarios para nuestra vida actual.
Ellas, esas heroínas a las que al igual que a las africanas, se les ha negado históricamente el derecho a vivir dignamente, con unos ingresos propios que no las hagan dependientes de familiares o de la beneficencia: Unas, las que se han quedado viudas, con pensiones ridículas. Otras, que tienen la suerte de tener todavía a su lado al compañero-marido, sin ninguna pensión de jubilación, por haber tenido que optar al igual que todas en aquellos años, por dejar el trabajo fuera de casa, para hacerse cargo de la familia en su conjunto.
Todas ellas, que trabajaron en el mercado laboral durante algunos años, en su juventud, han llegado a mayores y se encuentran sin un duro propio, como mucho, con una pensión no contributiva de 240€, conocida como el SOVI.
Así pues, vaya paradoja: Lo que trabajaron fuera de casa no sirve para nada, ya que no cumplen los requisitos de las leyes actuales. Lo que trabajaron y siguen trabajando en casa, tampoco: ¡Que injusticia! A estas mujeres también se les debe una reparación histórica. No solo homenajes. También dignidad económica y reconocimiento de su trabajo. Esta es una buena causa, para la clase política: Reponer esta situación. Ellas, trabajaron y han seguido haciéndolo. Nadie les dio ni les permitió más opciones, ni nadie hizo nada para que existieran servicios de conciliación. Se les obligaba a irse a casa y punto.
Así que para tener acceso a la jubilación, no es lógico que se pidan los quince años de cotización y en la última época de la vida. Eso, está pensado en ellos, no en ellas. Y esto, que hace referencia a años pasados, es hoy en día, la realidad de muchas mujeres.