Hartas de ser ignoradas, las mujeres de Québec, propusieron en la 4ª Conferencia sobre la mujer, celebrada en Beijing, que el 8 de marzo del 2000, las mujeres de todo el mundo nos pusiéramos a caminar de forma conjunta para acabar en octubre del mismo año delante de la sede de las Naciones Unidas, en N.York, con la misión de entregar a Kofi Annan las miles de firmas reunidas a lo largo y ancho del mundo durante esos ocho meses. Firmas con tres ejes contundentes: Por un reparto equitativo de la riqueza mundial entre mujeres y hombres para evitar la feminización de la pobreza y las desigualdades entre personas ricas y pobres. Para eliminar la violencia hacia las mujeres y Asegurar la igualdad entre los hombres y las mujeres en todos los espacios y lugares del mundo.
Estar en N.York, fue un privilegio lleno de emociones, miradas interculturales, encuentros con viejas amigas y reafirmación de la necesidad de la igualdad para el avance de los seres humanos.
Cada mujer era única y entre todas nosotras tejíamos la red solidaria. Colores en la piel y en la ropa, en los carteles y pancartas...Abrazos solidarios, voces con sonidos y lenguas diferentes gritando las mismas consignas.
Cada mujer era única y entre todas nosotras tejíamos la red solidaria. Colores en la piel y en la ropa, en los carteles y pancartas...Abrazos solidarios, voces con sonidos y lenguas diferentes gritando las mismas consignas.
Las que estuvimos no lo olvidaremos. Se ha quedado en la mochila que llevamos todos los días de aquí para allá. Esa mochila repleta de ilusiones, utopías y necesidades.
En N. York, se exigía a los Estados miembros de la Unión garantías para la igualdad en todos los países del mundo. De entonces aquí, han sucedido muchas cosas: Los Talibanes empecinados en tener a la mujer oculta tras el velo, ya no están pero no olvidemos que la respuesta Internacional dejo mucho que desear.
De entonces aquí, las Naciones Unidas han ido sacando declaraciones, tratados, leyes y normativas a favor de la igualdad, pero las mujeres siguen muriendo, aquí y en Juárez y el Femicidio no es agenda de prioridad para los responsables políticos del mundo. No se garantiza el derecho a la vida ni al pan para vivir a muchas niñas y mujeres del mundo. la tortura y la violación, campean a sus anchas. Los derechos reproductivos son negados y cuestionados continuamente. El Mundo androcéntrico, nos sigue considerando inactivas cuando realizamos los dos tercios de las horas del trabajo mundial y ganamos la décima parte de los ingresos.
La marcha nos recuerda constantemente que las mujeres somos la sal de la vida y sobre nuestros hombros recae única y exclusivamente la responsabilidad de la vida humana, de ayudar a nacer, crecer, vivir, envejecer y morir dignamente y NO SE NOS VALORA
En N.York, noté a través del calor de las manos entrelazadas, el gozo que produce la igualdad en la diversidad y vi a través de ojos cansados de trabajar horas y horas, la dignidad del ser humano. Un ser humano que sigue diciendo Basta a la injusticia y que a la vez es capaz de acariciar a las otras y a los otros para compartir lo que tiene. Este sigue siendo el objetivo de la marcha mundial 2005 de las mujeres: DIGNIDAD Y COMPARTIR LA VIDA POR IGUAL entre hombres y mujeres en todos los lugares del planeta y por él merece la pena seguir en marcha.
Y miro y recuerdo la sonrisa y los sonidos de Fátima, Yahed, Keyla, Pilar, Elsa, Nekane, Merce, Marusiña, Maider, Silke...Todas ellas me dieron fuerzas y energía positiva para la operación de cáncer de mama que me esperaba a la vuelta a Nafarroa. Como olvidarlas a ellas y a la marcha Mundial ¡ Y también me es difícil olvidar que había hombres, pocos pero había, ayudando y apoyando. La marcha es de mujeres pero no es Cosa solo de mujeres.