25/11/03

Ibamos a ser reinas

“Todas íbamos a ser reinas, y de verídico reinar, pero ninguna ha sido reina ni en Arauco ni en Copán” ( Gabriela Mistral).
Lo de ser Reina, no afecta solo a Leticia Ortiz. Este es el deseo y lo que nos han vendido a todas las mujeres del mundo: La creencia de que encontraremos la llamada” media naranja” que nos hará felices para toda la vida y nos tratara como a una reina.
Eso seguro que pensaron Yanet Vargas, Inmaculada Coll, Encarnación Sánchez, Dora Angulo. M.C.M.R, Juliana Rubio Dueñas, Amparo E...y toda la lista de las 79 mujeres asesinadas en el 2002, al igual que las cerca de 70 en el 2003 hasta el día 22 de noviembre. La ilusión truncada y la vida también.
JUSTICIA es lo que reclaman las familias de las 300 mujeres asesinadas y 500 desaparecidas en Ciudad Juárez, lugar donde se da una de las mayores explotaciones laborales de mujeres por ser una zona franca utilizada por la mayoría de las grandes marcas comerciales fundamentalmente del textil, que se permiten, en este caso llenar de sueños a muchachas mejicanas, prometiéndoles el oro y le moro o sea, la posibilidad de tener un ingreso económico que les permita vivir con una cierta dignidad, y la realidad les trae la vivencia del horror de la explotación máxima, con sueldos miserables, horarios interminables, agresiones y violaciones sexuales continuas, asesinatos y desapariciones,. Como este lugar, hay bastantes en el mundo.
Y esas empresas, que pagan cuatro pesetas, luego venden sus productos en EE.UU., Europa...a precios desorbitados. Y esto que viene pasando desde hace 10 años, se ha hecho con la total impunidad, ya que la justicia Mejicana ha hecho oídos sordos ante las demandas del derecho a la vida, a la seguridad y la justicia. Por eso, las familias y los movimientos de mujeres han creado La organización “ Justicia para nuestras hijas” y la acción “Operación Digna” para esclarecer lo sucedido con las mujeres desaparecidas y pedir reposición al daño causado. En definitiva, lo han hecho para que las mujeres de Ciudad Juárez no sientan la soledad del abandono y la desprotección que les ofrece esta sociedad. Ellas también habían soñado con se reinas.
Y las que vienen en pateras o camiones, casadas con algún lugareño o reagrupadas familiarmente, buscando un mundo mejor y se encuentran con la explotación, la incomprensión, el abandono por parte de sus compañeros, los malos tratos y abusos sexuales, la estigmatización y la negación de derechos elementales por trabajar en espacios a los que esta sociedad viene negando la consideración de trabajo con condiciones laborales mínimas y garantía de derechos.
Me refiero al trabajo doméstico- cuidado de las personas y la prostitución. Ninguna de los dos permite legalizar la situación en nuestro país de las mujeres que trabajan en ellos. ¿ No es esto Violencia ? Ellas también se creyeron en algún momento de sus vidas que podían ser reinas, aunque la realidad las ha colocado de criadas.
Las miradas horrorizadas de mujeres, niñas y niños supervivientes de una guerra, en sus países o en campos de refugiados. Esas miradas que no comprenden porque este mundo en lugar de hacerles sentir como reinas y princesas, se empeña en destrozarlas por dentro física y psíquicamente. No entienden que unos hombres entren en sus casas y ocupen sus cuerpos una y otra vez, varios a la vez, contemplando con sonrisas bravuconas sus llantos y angustias antes de violarlas.
Todas estas víctimas de la violencia de género tienen derecho a ser reconocidas como tal, con nombres y apellidos, reparadas personalmente en los casos que se pueda y especialmente a no ser olvidadas en nuestro pensamiento colectivo. Hay están sus nombres y sus realidades. No miremos para otro lado.
Esta bien que haya hombres que hablen de los malos tratos, como lo han hecho por medio de la campaña de la Defensora del pueblo, pero deben de dirigir sus mensajes hacia los hombres. Para que dejen de ser meros espectadores en esta masacre extendida por todo el mundo y aprendan a relacionarse con las otras, las mujeres, en igualdad sabiendo resolver los conflictos sin hacer uso del poder.
Todos los datos nos siguen hablando de discriminación Y la discriminación, genera violencia. El Triple de paradas, el 80% de los contratos a tiempo parcial. El 30% menos de sueldo, el 26% de empresarias, el 28% de diputadas, el 43% de profesoras universitarias. Casi inexistentes en la FP que genera puestos de trabajo. Las viudas con pensiones de miseria...En definitiva, las pobres de los pobres.
Las mujeres no tenemos razones objetivas para creernos reinas ni princesas por mucho que se empeñen en los cuentos. Algunas nos negamos a serio, no solo por el hecho de que para llegar a ello haya que tener una talla 38 e incluso en momentos una 36, como se está destacando de Leticia Ortiz, sino porque realmente nos gusta se republicanas , en el sentido de que todas las personas hombres y mujeres seamos iguales, sin privilegios de unos seres sobre otros.
En estas fechas no puedo olvidar los ojos de Alicia y de las de todas las mujeres que he conocido que al igual que ella, les entregaron sus ojos a su compañeros y robándole el verso a Neruda y a Marcela Serrano grito: Sube a nacer conmigo, hermana. Porque siempre se puede volver a nacer.
El 25 de Noviembre no calles: ponte el lazo blanco, haz un pleno en tu localidad, habla del tema en tu trabajo, pon un cartel en tu escalera acude a la manifestación. No pienses que no va contigo o que a ti nunca te va a pasar.