Yasmin, que salio de su país huyendo de la situación de violencia, se ha encontrado con ella en el país que la acogió. Lo mismo le sucedió hace unos días a Yamiled asesinada en Navarra.
Las dos, victimas de la misma violencia, esa que se ceba en las mujeres por el hecho de serlo, que sigue reduciéndolas a objeto sexual con derecho de pernada y/o propiedad privada a la que se puede incluso matar.
Historias humanas que envuelven a las 77 asesinadas en el 2008 o a Las 18 en lo que va de año. Historias que no quedan solamente en ellas, sino que salpican a quienes han tenido recuperaciones durísimas y toda una vida con las secuelas de ese horror. Las que no han sido esclarecidas como Mª puy Pérez de Estella. Las victimas colaterales y las familias.
Las miles de mujeres que denuncian en privado o públicamente. Las otras miles que no lo hacen y siguen viviendo bajo la tortura. Por todas ellas debemos de seguir actuando contra la violencia de género. .Estando en las concentraciones, Exigiendo que se destine el dinero suficiente a garantizar su seguridad. No sirve un agente para cada 70 mujeres. Agilizando los juicios.
Haciendo justicia como reclama Asun cassasola, madre de Nagore. Dando a cada mujer los recursos necesarios, para ella y su familia. Creando cultura común a favor de unas relaciones basadas en los buenos tratos y en la igualdad entre los sexos.
Recordando que esto, es un problema de una sociedad que debe de garantizar los derechos humanos y de corresponsabilidad con los mismos. Los hombres deben de repudiar la violencia de género y todas sus justificaciones teóricas.
Y como en el caso de Juan Pablo, el hombre que fue a ayudar a Yasmin, no mirar para otro lado y decir: “Por eso te mandaré flores siempre, mujer, porque quien te ha maltratado, ni es hombre, ni merece la esencia de tu ser.”
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