4/5/09

¿Madre no hay más que una?


El día de la madre, tradicionalmente ha sido, además de comercial, un día más, a través del cual, se han seguido vertiendo ideas sobre el papel de la mujer es esta sociedad y ello se ha venido haciendo especialmente por medio de la publicidad- regalos: Cosas para la casa, productos de belleza y adelgazamiento, joyas, ropas, flores, algún móvil.
Es importante que se reconozca el papel social de madre en este mundo, en el sentido de cuidadora, como algo vital e importante en nuestras vidas y para el buen funcionamiento de la sociedad. Me refiero a la función de cuidar, que la hacen como nadie, las madres. Y la hacen las madres, no solo por el hecho de que ellas traen las criaturas al mundo. Lo hacen por que esta sociedad así lo piensa, lo dice y nos lo hace vivir. Nos ha adjudicado este papel, el de cuidar, en exclusividad, como algo natural e innato al hecho de ser mujer, cuando en realidad, es algo que se aprende y construye y que a los hombres apenas se les enseña ni se les pide que lo ejerzan.
Lo interesante sería que el ser madre y padre, fuera compartido por ambos sexos, sin esquemas ni prejuicios. Solo que ambos cuidaran, dispensaran y cubrieran los cariños y necesidades afectivas que toda persona humana necesitamos, desde nuestro nacimiento y durante toda nuestra vida. Para ello, además de las campañas por la corresponsabilidad es importante y necesario qué se amplie el permiso de paternidad para que los hombres a través de ese contacto se familiaricen y aprendan a normalizar el cuidado.
Pero madres, aunque es real que solo hay una, no todas son iguales, porque las mujeres somos cada vez más diversas y en la diversidad está lo interesante. Hoy ya no solo hay un solo modelo de mujer y de madre y además hoy en día, es posible pensar en “Mujer”, sin necesariamente ligarlo a “Madre”. Como algo de obligado cumplimiento para todas o como un hecho que si no lo cumples te convierte en mujer “Incompleta”: Así pues, nos encontramos con las que trabajan dentro y fuera de casa y claro, acaban agotadas. Las que les gusta el deporte, la lectura, cuidar plantas, cocinar, hacer Txapuzas, las que adoran a las criaturas, pero son conscientes de que no pueden ni deben tener “Todas las que Dios les de” o que deben posponer su deseo ante el hecho de que esta sociedad no pone las medidas necesarias para la conciliación de la vida laboral y familiar, así como por la escasa participación masculina todavía en estos menesteres...
Las que están encantadas de hacer el trabajo de cuidar a sus hijos e hijas y se lo plantean como una opción y aquellas que desean que este trabajo sea compartido entre hombres y mujeres. Las que les apasiona la vida social y política, su trabajo profesional, viajar, las que no quieren renunciar a su tiempo de ocio....
Hay madres, que han estado siempre detrás, de colchón emocional y físico no perdiendo nunca la esperanza, como esas que han luchado por esclarecer la situación de sus hijos e hijas desparecidas o asesinadas como Asun Cassasola, madre de Nagore Laffage. Madres que han desaparecido violentamente de la vida de sus hijos e hijas como la vecina de Estella, Mª Puy Pérez Ezpeleta y las cerca de 80 mujeres que mueren al año por violencia de género. O como Jamiled Giraldo asesinada en Cordovilla a la que no se le ha dejado seguir ejerciendo de madre.
O las que no entienden porque los suyos tienen que sufrir en los conflictos políticos y a ellas negarles el derecho a verlos y tenerlos cerca. Esas madres que tan solo con su existencia humanizan los conflictos, desde la vivencia del amor incondicional y el deseo de acabar con el sufrimiento de sus seres queridos.
A todas ellas, incluidas las mujeres como la que suscribe, que no hemos ejercido de madres biológicas, por el motivo que sea pero que si hemos ejercitado lo que esta sociedad nos ha adjudicado en exclusividad a nosotras: Los cuidados, la preocupación por los demás, el amor...
A todas, para que no se pierda esta parte de la vida de las personas, y se valore y llame por su nombre real: trabajo reproductivo y juntas apostemos porque esta parte del ser humano también sea compartida con los hombres además de que existan los recursos necesarios para compaginar todas las facetas de la vida de una persona. Todos y todas debemos ser cuidadores, empezando por nosotras mismas.
Es el mejor regalo que podemos hacernos en este día: Querernos. Y de paso aprovechar para decirles a los nuestros: “Agur, Volveré cuando estéis dispuestos a llevar conmigo la corona de reina de la casa. Cuando no me necesitéis más que para compartir

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