Con esta frase nos resumía el otro día Patricio, un hombre que desarrolla su trabajo en una asociación de hombres de Nicaragua algunas de las cosas que dijo por cierto bien interesantes todas, como dicen en aquel maravilloso País.
Me he permitido usar esta frase suya, para hablar en este 25 de noviembre de esa parte de la humanidad que parece estar ausente en estos temas o que viven en otro planeta por que este asunto no va con ellos a pesar de la insistencia cada vez más clara del movimiento de mujeres de decir que hablamos de una violencia que en su gran mayoría ejercen hombres contra las mujeres y que tiene que ver con una masculinidad mal entendida y el ejercicio puro y duro del poder patriarcal.
Una masculinidad o lo que es lo mismo un ser hombre de verdad, que les han enseñado que se debe de demostrar, pisando, poniéndose por encima, peleando, no llorando, despreciando o desvalorizando lo que hacen las mujeres, haciéndose fuertes en el espacio público y alejándose del privado o doméstico, no hacer la tareas, cuidar a niños/as y personas.
Una masculinidad y ejercicio del poder en la que una de sus manifestaciones más sangrantes es la violencia de género, entendida esta por el convencimiento de que se es superior y por eso se puede despreciar, pegar, matar a esa mujer que vive junto a nosotros. Convencimiento que se ha venido avalando por siglos de opresión hacia las mujeres y justificación social.
Como hombre hay que salir de ese circulo aunque sea costoso. Hay que salir porque si se quiere ser una persona justa e igualitaria no se puede seguir justificando de ninguna manera ni quedándose impasible ante la conculcación de derechos humanos para las mujeres.
Hay que salir para poder desarrollar el amor y cariño hacia y de otras personas. Llorar tranquilos y sin complejos y desarrollarse emocionalmente. Para estar más y mejor con las criaturas y mayores disfrutando del cuidado compartido hacia otras personas. Por calidad de vida para uno mismo.
Para evitar la violencia de otros hombres, de grupos y pueblos. Para desarrollar unas relaciones entre las personas y pueblos donde lo que PREDOMINE sea el entendimiento y la corresponsabilidad.
Por supervivencia, para seguir conviviendo con las mujeres que cada vez más piden a gritos igualdad de trato y de oportunidades,, no-discriminación de ningún tipo, laboral, social, política. Justicia, Equidad, Corresponsabilidad, reparto del trabajo productivo y reproductivo, un mundo mejor para todos y todas.
En esto ambos, hombres y mujeres tenemos mucho que ganar. No te lo pierdas y empieza ya, movilizándote ante la violencia de género, Que las miles de denuncias, muertes, asesinatos, violaciones, acosos..No te sean indiferentes. Ni las de aquí ni las de ningún lugar del mundo.
Involúcrate, infórmate, dale importancia en tu vida. No lo dejes para conmemorar un día o dos al año y el resto para las mujeres. Acude a las charlas, infórmate, lee, habla del tema con tus compañeros, dale valor en la agenda política y social y participa si puedes en grupos de hombres contra el sexismo y contra la violencia de género.
No lo dudes, los hombres de verdad como dice Michael Flood son aquellos que tienen coraje, fuerza y pasión para cambiar la situación de opresión y desigualdad hacia las mujeres. Hombres de vedad son aquellos que escuchan a las mujeres y las oyen, o sea que se enteran de lo que están pidiendo y por qué.
No sigas ocultando la verdad de los hombres, no te ocultes ni te consideres fuera como si tu, no fueras machista. Reconocerse es importante, ver la parte que uno aporta a que las cosa sigan igual también. Ten fe en poder cambiarte a ti mismo y recuerda que el silencio es complicidad.
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