Este es mi año de las bodas de plata. Cumplo 25 años en muchos espacios: Asociaciones, la peña..Y entre ellas, la Bajada del Arga. Que recuerdos!: las embarcaciones tan originales, que por eso mismo nos obligaban a estar en el agua más de lo deseado, los remolinos, los trozos en que había que ir a pie empujando del cachivache de barca, eso sí con bandera ecologista incluida.
Las presas, especialmente la de San Jorge, con la indecisión de si tirarte o no hasta el último momento, ante la visión de algún animalillo muerto en las profundidades. Las vistas tan especiales del Río Arga por dentro, que si dejabas volar un pelín la imaginación te sentías en el amazonas.
Las paradas para almuercicos, comidas..La gente que nos juntábamos, la charanga, la fiesta, el paso por las huertas de Aranzadi y por nuestra granja escuela, espacio de libertad, en la que trabaje y conocí a Javierito Aldaya. El entusiasmo y ganas de cambiarlo todo que nos hacían decir una y otra vez que queríamos el ARGA VIVO y poder disfrutarlo.
25 años después, ese mismo Arga esta sucio y cada vez más contaminado, a pesar de que le han puesto un envoltorio con el parque fluvial y nos han arrebatado el nombre, para tapar la suciedad como si de un mantel se tratara que al levantarlo nos deja a la vista las migas y toda la porquería que están acumulando, impidiendo con sus actuaciones que la vida continúe, acabando con los peces, la vegetación y todo el entorno necesario para que puedan vivir.
25 años después, nuestro Agra está mas enfermo que nunca y hay que volver a insistir que el RIO Y EL ECOSISTMA EN QUE SE SUSTENTA, DEBEN DE VOLVER A OXIGENARSE, PARA QUE TODOS LOS SERES VIVOS PODAMOS DISFRUTARLO. Este es uno de los mejores regalos que podemos hacerle a Javierito, además de recordarlo, a él y a su forma de ser, tan natural, cálida, humana y ética.
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